Cartas del Padre Pedro (XI):"Yo sé los planes que tengo para vosotros, y son planes de esperanza" (3) (19-10-2025)

Cartas del Padre Pedro (XI)

"Yo sé los planes que tengo para vosotros, y son planes de esperanza" (3) 

P. Pedro Aguado Cuesta, Obispo de Huesca y de Jaca

       Comparto con todos vosotros y vosotras una de mis más hondas convicciones: la educación es, fundamentalmente, un ejercicio de esperanza. La educación mira siempre al futuro. Siempre. Buscamos preparar a nuestros niños y nuestras niñas, a nuestros jóvenes, para un mundo que todavía no existe, pero que ellos tienen que crear y construir. ¿Cómo podemos hacerlo? No voy a escribir un tratado educativo sobre la esperanza. Simplemente voy a dar nombre a lo que sabemos hacer y que no podemos olvidar. Son algunos dinamismos educativos que están acrisolados en nuestra tradición católica y en nuestras escuelas, y que creo que hay que fortalecer sistemáticamente. Cito algunos de ellos.

       a) Una educación en la fe, que ayude a nuestros jóvenes a mirar más allá de sí mismos y de su -en ocasiones- pequeño mundo, ayudándoles a descubrir y experimentar que Dios confía en ellos, que Dios cuenta con ellos, y que es digno de fe. La fe abre los horizontes y los lleva a la plenitud.

       b) Una educación en el sentimiento de fraternidad, en los que se viene llamando “ciudadanía global”, que proponga a nuestros alumnos y nuestras alumnas el horizonte de un mundo diferente, de un mundo que ellos pueden transformar. Una educación que les permita experimentar y comprender el valor de la solidaridad, del compromiso, de la fraternidad. Una educación tocada por la experiencia del otro, del diferente.

       c) Un proceso educativo en el que se sientan escuchados, acompañados y sanados en sus heridas y decepciones, en las que los educadores apuesten realmente por ellos y por su futuro. Un proceso que provoque preguntas y anime a encontrar respuestas.

       d) Una educación vocacional, en la que podamos ofrecer a los jóvenes horizontes de una vida más amplia, no cerrada a los esquemas sociales o curriculares. Una educación que provoque crecimiento, opciones y proyectos de vida, y que alimente estos proyectos desde una conciencia de humanidad.

       e) Una educación integral, que busca que cada alumno y cada alumna crezca en todas sus dimensiones, incluida la de creer en la vida y en un mundo diferente.

       Sabemos que el mundo se puede cambiar, pero sólo desde la educación. Renovemos nuestro compromiso por ella, y sigamos adelante. Impulsemos todas las dinámicas que pueden provocar este tipo de educación, desde escuelas a pleno tiempo y desde otras diversas plataformas educativas, todas ellas calasancias.

     Concluyo estas tres cartas con una pregunta. ¿Somos los cristianos personas de esperanza, portadoras de esperanza, generadoras de esperanza? Cuando miramos la diócesis, la parroquia, nuestro colegio, nuestra Cáritas, nuestra Iglesia, nuestras celebraciones, ¿sentimos alegría, sentimos esperanza? Ojalá sea así.

     Os invito a orar para que seamos siempre personas de esperanza. La oración se sitúa siempre entre la realidad y lo que esperamos. Orar es esperar, porque es confiar en quien todo lo puede. Enséñanos, Señor, a esperar en tu bondad y en la plenitud de tus promesas, seguros de que te encontraremos cuando te busquemos de todo corazón (Jer 29, 13).

       Gracias por vuestra ayuda y que Dios os bendiga.

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