Domingo de la Palabra de Dios (23-1-2022)

DOMINGO DE LA PALABRA DE DIOS

    Queridos hermanos en el Señor:
    Os deseo gracia y paz.

    El Tercer Domingo del Tiempo Ordinario asumimos con mayor gozo y responsabilidad nuestra común condición de “oyentes de la Palabra”. Según voluntad del Papa Francisco, es un día “dedicado a la celebración, reflexión y divulgación de la Palabra de Dios” (Aperuit illis, 3).
    La Palabra de Dios es una lámpara para nuestros pasos, una luz en nuestro sendero. Es Palabra que nos acompaña, nos orienta, nos nutre, nos sostiene, nos defiende, nos cuestiona, nos ilusiona, nos atrae.
    La Palabra de Dios nos ayuda a entender el pasado, el significado de la elección del pueblo de Israel, el valor de la alianza, la constante fidelidad del Señor, su perdón y su misericordia, el cumplimiento de las promesas.
    La Palabra de Dios nos revela el avance de la historia hasta encontrar su centro y su plenitud en la persona de Jesucristo, Palabra encarnada, Palabra definitiva y definitoria. Pedimos a Dios Padre que nos conceda “espíritu de sabiduría y de revelación” para conocer a Jesucristo (Ef 1,17).
     La Palabra de Dios descubre delante de nosotros un horizonte de esperanza. Pedimos a Dios Padre que ilumine los ojos de nuestro corazón para que comprendamos cuál es la esperanza a la que nos llama (cf. Ef 1,18).
     Dios se revela, se da a conocer a sí mismo. Nos trata como amigos. No solamente comunica cosas, acontecimientos, sino que nos da a conocer su propia intimidad, comparte con nosotros proyectos y expectativas. Su plan nos descubre su intención de comunión, de comunicación y de diálogo. Y, en la plenitud de los tiempos, la Palabra se encarna, asume nuestra carne, con sus padecimientos y posibilidades, planta su tienda entre nosotros.
    La Palabra de Dios nos permite seguir caminando juntos en el Proceso sinodal: “Iluminados por la Palabra de Dios y unidos en la oración, podremos discernir los procesos para buscar la voluntad de Dios y seguir los caminos a los que Dios nos llama, hacia una comunión más profunda, una participación más plena y una mayor apertura para cumplir nuestra misión en el mundo” (Vademécum, 1.2).
     A la luz de la Palabra de Dios percibimos con mayor nitidez quiénes somos, qué sentido tiene la historia y cuál es el valor de la vida, la nuestra, la de los hermanos y la de toda la creación.
     La Virgen María, que conservaba todas las cosas en su corazón (cf. Lc 2,19.51), nos muestra a Jesús y nos dice: “Haced lo que él os diga” (Jn 2,5).

     Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca.

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