La Sagrada Familia y nuestras familias (26-12-2021)

LA SAGRADA FAMILIA Y NUESTRAS FAMILIAS

      Queridos hermanos en el Señor:
      Os deseo gracia y paz.

       La Sagrada Familia nos sigue estimulando con su ejemplo y su intercesión. Un maravilloso ejemplo para “imitar sus virtudes domésticas y su unión en el amor” (Oración colecta). Una intercesión para que el Señor guarde a nuestras familias en su gracia y en su paz (cf. Oración sobre las ofrendas).
En el Ángelus del 28 de diciembre de 2008, Benedicto XVI destacó la semejanza con las demás familias y la singularidad de la Sagrada Familia a través de dos perspectivas:
      1) “Por una parte, es una familia como todas las demás y, en cuanto tal, es modelo de amor conyugal, de colaboración, de sacrificio, de ponerse en manos de la divina Providencia, de laboriosidad y de solidaridad; es decir, de todos los valores que la familia conserva y promueve, contribuyendo de modo primario a formar el entramado de toda sociedad”.
      2) “Sin embargo, al mismo tiempo, la Familia de Nazaret es única, diversa de todas las demás, por su singular vocación vinculada a la misión del Hijo de Dios. Precisamente con esta unicidad señala a toda familia, y en primer lugar a las familias cristianas, el horizonte de Dios, el primado dulce y exigente de su voluntad y la perspectiva del cielo al que estamos destinados. Por todo esto hoy damos gracias a Dios, pero también a la Virgen María y a san José, que con tanta fe y disponibilidad cooperaron al plan de salvación del Señor”.
El Papa Francisco dijo el 27 de diciembre de 2020: “(la familia) de Nazaret es la familia-modelo, en la que todas las familias del mundo pueden hallar su sólido punto de referencia y una firme inspiración”.
       En aquella ocasión, el Santo Padre añadió: “En la familia se podrá experimentar una comunión sincera cuando sea una casa de oración, cuando los afectos sean serios, profundos, puros, cuando el perdón prevalezca sobre las discordias, cuando la dureza cotidiana del vivir sea suavizada por la ternura mutua y por la serena adhesión a la voluntad de Dios. De esta manera, la familia se abre a la alegría que Dios da a todos aquellos que saben dar con alegría. Al mismo tiempo, halla la energía espiritual para abrirse al exterior, a los demás, al servicio de sus hermanos, a la colaboración para la construcción de un mundo siempre nuevo y mejor; capaz, por tanto, de ser portadora de estímulos positivos; la familia evangeliza con el ejemplo de vida”.

        Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca.

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