Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y Jornada de Vocaciones nativas (17-4-2016)

JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES Y JORNADA DE VOCACIONES NATIVAS            

     Queridos hermanos en el Señor:      

     Os deseo gracia y paz.            

     En este domingo del Buen Pastor se celebran de modo conjunto dos campañas que convergen en sus objetivos: la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y la Jornada de Vocaciones Nativas. La segunda la organiza Obras Misionales Pontificias, para orar y colaborar económicamente con las vocaciones que surgen en territorios de misión.      

     El Papa Francisco, en su “Mensaje para la LIII Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones”, insiste en la mediación eclesial y propone tres grandes ideas:

  1. la vocación nace en la Iglesia;
  2. la vocación crece en la Iglesia;
  3. la vocación está sostenida por la Iglesia.      

     Según el Santo Padre, la Iglesia es “madre de vocaciones”. Toda vocación en la Iglesia tiene su origen en la mirada compasiva de Jesús. El Papa afirma: “La iglesia es la casa de la misericordia y la "tierra" donde la vocación germina, crece y da fruto”. Por ello, “la llamada de Dios se realiza por medio de la mediación comunitaria. Dios llama a pertenecer a la Iglesia y, después de madurar en su seno, nos concede una vocación específica”.       

     La comunidad cristiana, que está presente en el surgimiento, formación y perseverancia de las vocaciones, tiene que asumir su responsabilidad en el cuidado y el discernimiento vocacional.       Escribe el Santo Padre en su “Mensaje”: “La maternidad de la Iglesia se expresa a través de la oración perseverante por las vocaciones, de su acción educativa y del acompañamiento que brinda a quienes perciben la llamada de Dios. También lo hace a través de una cuidadosa selección de los candidatos al ministerio ordenado y a la vida consagrada. Finalmente es madre de las vocaciones al sostener continuamente a aquellos que han consagrado su vida al servicio de los demás”.        

     En los relatos de vocación del Nuevo Testamento destacan dos aspectos: la revelación de la persona de Jesús, que llama con una autoridad suprema, y la respuesta ejemplar de los discípulos, que dejan todo y le siguen. La iniciativa soberana de Jesús y el seguimiento incondicional de los discípulos indican que la vocación es un don fundamental. La vocación es algo grande que el Señor hace, porque es Él quien tiene la iniciativa. Acoger su llamada significa recibir en la vida su amor y su misericordia. Seguir a Jesús quiere decir ofrecerle una disponibilidad sincera y completa.      

       “Te mira con pasión” es el lema de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. En el Año de la Misericordia es importante percibir la mirada de Jesucristo, que es capaz de cambiar toda la vida de quien la acoge. Quien experimenta interiormente la mirada penetrante y llena de vida del Señor comienza un seguimiento que le hará vivir un amor agradecido y generoso.      

      Se puede concentrar el inicio de la vocación en el encuentro entre dos miradas. El Señor mira con amor apasionado y los elegidos se sienten envueltos en una mirada inédita y transformadora. Así se aprende a ver con ojos nuevos y a mirar con ojos enamorados.            

     Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca.

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