Comentario a las lecturas. Domingo3º Ordinario, ciclo B.

 
1.- La cosa empezó en Galilea.
 
      No aparece en Judea y Jerusalén sino en Galilea. Quien ha visto aquella hermosa franja de tierra, especialmente en primavera, comprende todo. En este paisaje, en la superficie luminosa del lago, y las suaves colinas y el alto cielo, ahí donde Jesús se ha quedado extasiado contemplando la belleza de los lirios en la primavera y   el cantar de los pajaritos que su Padre alimenta cada día; ahí y sólo ahí ha podido dar el precioso mensaje de las Bienaventuranzas.   Por otra parte, está claro que el evangelista quiere desligar la predicación de Jesús de toda connotación oficial. Lejos de las autoridades religiosas, lejos del templo y de todo lo que significaba ambas cosas. Galilea era tierra fronteriza y en gran parte habitada por gentiles. Esto para un judío era, de entrada, una descalificación. El lugar de lo cotidiano se convierte así en lugar de encuentro con Dios. Por eso Jesús, cuando resucita manda a sus discípulos a Galilea para recorrer el mismo camino que Él recorrió.
 
2.- «Está apareciendo el Reino de Dios».
 
      Esta expresión es la clave de toda la predicación de Jesús. Hemos hablado cientos de veces del Reino. No se trata de creer que Dios existe, sino de creer que Dios nos ama y de que, a través del amor, se hace presente Dios.  Jesús hace presente ese Reino, que es Dios, porque sus relaciones con los demás, basadas en el amor y la entrega, hacen surgir en cada instante a Dios. No olvidemos que la fuente de ese amor es el mismo Padre que se manifiesta a Jesús como ABBA. Esa ternura infinita de Dios hace que JESÚS se muestre bondadoso, tierno, cariñoso, lleno de misericordia. Por eso el reino de Jesús es fundamentalmente un Reino de amor. Amar siempre, amar a todos, amar sin esperar recompensa, amar incluso al enemigo, ése es el programa de Jesús. Un programa que, antes de enseñarlo, Él lo ha hecho vida.
 
3.– Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.
 
     Es muy significativo que desde el primer instante de su andadura pública, en este evangelio de Marcos, Jesús cuenta con personas que le siguen de cerca y están dispuestas a compartir con él su manera de entender la vida. Lo normal es que hubiera retrasado el llamamiento a los discípulos, como hace Lucas, para cuando le conocieran un poco más. Pero Marcos tiene su teología. Desde el primer momento quiere poner de manifiesto la importancia de la Comunidad. El discípulo es el que sigue al Maestro a sol y a sombra. Y el Maestro no quiere hacer nada sin sus discípulos. A éstos que “siempre están con Él” les manda que sean pescadores de hombres, es decir, personas que se realicen plenamente como hombres y mujeres. Con Jesús nadie puede quedar fracasado.
 
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