Comentario evangélico, Domingo 6 Pascua, ciclo C.

Dios-en-nosotros

“Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde…”. Estas son palabras de Jesús en su despedida, antes de su pasión. ¿Por qué no habríamos de acobardarnos? Hasta Pedro lo hace. Es verdad, el primero de los apóstoles se acobarda en estos momentos de dolor, pero en cuanto recibe el Espíritu Santo ya no hay quien lo pare. Nosotros no debemos amilanarnos porque somos testigos del cumplimiento de la promesa más espléndida del Evangelio: “... vendremos a él y haremos morada en él”. Es algo fuera de serie, que Dios esté en mi y yo en él. Dios-en-nosotros. Todo, gracias al Espíritu Santo. Él es quien nos lo enseña todo y nos va recordando todo lo que Jesús ha dicho, de manera que sus palabras no son algo del pasado, sino presencia y actualidad viva.

Esta presencia del Espíritu se da de un modo especial en la Iglesia. La ciudad futura que se describe en la lectura del Apocalipsis es anticipada en la comunidad de los bautizados, una comunidad que protege totalmente a sus moradores y que, participando de la eternidad y la gloria de Dios, da unidad y cohesión a todas las experiencias particulares de la presencia de Dios. Es comunión reflejada del amor del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. De esta Iglesia, brotan los sacramentos. Aunque en el día final desaparecerán, mientras tanto el modo que tenemos de participar en la vida de Jesús es a través de ellos. Cuánta paz nos da vivir la eucaristía celebrada y adorada; cuánta paz nos da acudir a la misericordia en el sacramento de la reconciliación. Es la paz del Espíritu, que nos guarda y que nos conduce a guardar la palabra de Jesús.

La paz en la comunión del Espíritu. Es verdad que hay tensiones, que algunos dicen que son de Apolo y otros de Pablo o de Pedro, pero la discordia se deshace al acudir a Jerusalén, donde está la comunidad primigenia, la de los íntimos de Jesús. Grandes enseñanzas las del evangelio de este domingo: Dios-en-nosotros; Iglesia; apóstoles… Sin lugar a duda son la realidad de la Pascua, los recursos que tenemos a nuestro lado para ser conscientes de la presencia de Dios en nosotros. María, puerta de la Misericordia, cuida de nosotros para que mantengamos abiertos los ojos de la fe.

José Antonio Gracia Calvo

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