Los ancianos, tesoro de la sociedad (27-12-2020)
“LOS ANCIANOS, TESORO DE LA IGLESIA Y DE LA SOCIEDAD”
Queridos hermanos en el Señor:
Os deseo gracia y paz.
1) La tradición bíblica concede un lugar relevante a los ancianos: “Álzate ante las canas y honra al anciano” (Lv 19,32); “No increpes al anciano, sino exhórtalo como a un padre; (…) a las ancianas como a madres” (1 Tim 5,1-2): “los más jóvenes: someteos a los mayores. Pero revestíos todos de humildad en el trato mutuo, porque Dios resiste a los soberbios, mas da su gracia a los humildes” (1 Pe 5,5).
2) El Papa Francisco ha repetido en varias ocasiones que una sociedad que no respeta a los mayores no tiene futuro.
Los Obispos de la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida escribieron en 2008: la familia es “la primera y más fundamental escuela de aprendizaje para ser persona”, es “el santuario de la vida donde cada miembro es reconocido como persona humana desde su concepción hasta su muerte natural y aprende a custodiar la vida en todos los momentos de su historia”, es “transmisora de la fe”. “En la familia se percibe que cada hijo es un regalo de Dios otorgado a la mutua entrega de los padres, y se descubre la grandeza de la maternidad y de la paternidad”. “En la familia, escuela de solidaridad, compartimos los bienes y sostenemos fraternalmente a los miembros más necesitados”. “En la familia descubrimos que formamos parte de una historia de amor que nos precede”. “En el hogar familiar la persona reconoce su propia dignidad. Lejos de cualquier criterio de utilidad, en su familia el hombre es amado por sí mismo y no por la rentabilidad de lo que hace”.
3) Este año celebramos la fiesta de la Sagrada Familia contemplando con especial afecto y profundo agradecimiento a san José. El Papa Francisco, en su Carta apostólica “Patris corde”, cita un párrafo de una homilía pronunciada por san Pablo VI, el 19 de marzo de 1966, en el que se dice que la paternidad de san José se manifestó concretamente “al haber hecho de su vida un servicio, un sacrificio al misterio de la Encarnación y a la misión redentora que le está unida; al haber utilizado la autoridad legal, que le correspondía en la Sagrada Familia, para hacer de ella un don total de sí mismo, de su vida, de su trabajo; al haber convertido su vocación humana de amor doméstico en la oblación sobrehumana de sí mismo, de su corazón y de toda capacidad en el amor puesto al servicio del Mesías nacido en su casa” (Patris corde, 1).
Recibid mi cordial saludo y mi bendición.
+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca.