El Señor te ama, cuenta contigo. (16-3-2014)

EL SEÑOR TE AMA, CUENTA CONTIGO           

      Querido joven:      

      Te deseo gracia y paz.

      Se acerca el Día del Seminario, que este año tiene un lema de gran actualidad: “La alegría de anunciar el Evangelio”. Me imagino que has oído hablar de la Exhortación apostólica del Papa Francisco Evangelii gaudium (La alegría del Evangelio), un texto que merece la pena leer con atención y serenidad.  Puede parecerte extraño unir dos palabras: “Seminario” y “alegría”. Aparentemente, no tienen mucha relación porque se tiende a asociar al Seminario con austeridad, renuncia, distancia, disciplina.   

      En el Seminario no se aprenden solamente cuestiones prácticas, sino que se profundiza en la estructura interna de la fe, en una visión orgánica que responde a los interrogantes que laten en lo más hondo de cualquier persona.      

      El estudio de la filosofía y de la teología va unido, con un vínculo indisoluble, a la vida de oración, en la que se cultiva la relación con el Señor que llama, que acompaña, que fortalece, que anima y que envía.       

      En el Seminario se aprende a escuchar la voz del Señor que invita a dedicar la propia vida al servicio de Dios y de los hermanos.      

      En el Seminario se trabaja por conseguir el equilibrio justo entre corazón y mente, razón y sentimiento, de modo que se alcance el desarrollo armónico e integral de la personalidad.      

      Los seminaristas son discípulos misioneros. Están llamados a crecer como evangelizadores, y viven inmersos en un apasionante esfuerzo de formación, de profundización en la vida de fe, esperanza y amor, y comprometidos en dar un testimonio cada día más diáfano del Evangelio.      

      La caridad pastoral es el principio interior, la virtud que anima y guía la vida espiritual de quien decide configurar su vida según el modelo del Señor.      

      El pasado 6 de julio, en su encuentro con los seminaristas, novicios y novicias, el Papa Francisco les dijo: “La verdadera alegría no viene de las cosas, del tener, ¡no! Nace del encuentro, de la relación con los demás, nace de sentirse aceptado, comprendido, amado, y de aceptar, comprender y amar; y esto no por el interés de un momento, sino porque el otro, la otra, es una persona. La alegría nace de la gratuidad de un encuentro. Es escuchar: "Tú eres importante para mí", no necesariamente con palabras. Esto es hermoso… Y es precisamente esto lo que Dios nos hace comprender. Al llamaros, Dios os dice: "Tú eres importante para mí, te quiero, cuento contigo". Jesús, a cada uno de nosotros, nos dice esto. De ahí nace la alegría. La alegría del momento en que Jesús me ha mirado. Comprender y sentir esto es el secreto de nuestra alegría. Sentirse amado por Dios, sentir que para él no somos números, sino personas; y sentir que es él quien nos llama”.      

     ¿Te imaginas la alegría desbordante que produce en un corazón joven escuchar al Señor que dice: “Tú eres importante para mí, te quiero, cuento contigo”? Tal vez has percibido tenuemente el murmullo de la voz suave del Señor que te llama por tu nombre, te invita a un seguimiento gozoso y te envía como discípulo en la misión de la Iglesia.      

     ¿Has sentido alguna vez la mirada del Señor? No te ocultes. Déjate mirar por el Señor. No vuelvas tus ojos hacia otras realidades efímeras. Confía en Él. Él cuenta contigo.              

    Recibe mi cordial saludo y mi bendición.

+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca

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