Cartas del padre Pedro (XVIII): Descubrir la misión-2 (7-12-2025)
- Pedro Aguado Cuesta, Obispo de Huesca y de Jaca
El segundo descubrimiento de los discípulos es la Misión. Hay una narración muy importante en el Evangelio de Lucas (Lc 7, 19) que nos puede ayudar a entender este descubrimiento. Los discípulos de Juan el Bautista se acercan a Jesús y le hacen la pregunta
clave de la historia de la humanidad: “¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?”.
La respuesta es impresionante: no es un sí o un no. La respuesta de Jesús es sorprendente: “Id y decidle a Juan que los ciegos ven, los cojos andan, a los pobres se les anuncia la Buena Noticia”. La pregunta por Cristo es respondida por Jesús con el amor al pobre y el cambio de vida. Estamos, pues, ante otra clave esencial del seguimiento de Cristo: la pregunta por Jesús es respondida con la misión. Los discípulos hacen este segundo descubrimiento central: ven en la persona de Cristo del amor entregado en su nombre, el
amor por los más necesitados. Hay un segundo texto que va en la misma dirección, el
llamado “juicio final” (Mt. 25, 31-ss). Jesús lo deja claro. “cuanto hicisteis a uno de estos, los más pequeños, a mí me lo hicisteis”. Este es el segundo descubrimiento esencial: Jesús está siempre curando enfermos, dando de comer al hambriento, denunciando al injusto, animando al desolado, exigiendo cambios de vida, proclamando nuevos valores, viviendo de modo alternativo… es decir, convocando a un proyecto: el Reino.
Descubrir a Jesús en el amor al necesitado es una enorme tarea. Ni siquiera los que amaban a los pobres se daban cuenta de que en ese amor estaban amando al Señor. Hay un desafío profundamente creyente que somos invitados a hacer: el amor a Cristo y el amor al pobre son el mismo amor. Y en ese amor está la clave de nuestra misión.
Pienso que para un cristiano hay dos descubrimientos que hacer: descubrir que la clave es amar (amor preferencial por el más necesitado de amor, amor fraternal que nos iguala, amor solidario que nos cambia, amor entregado que nos enriquece, amor gratuito…), y descubrir que ese amor es también consecuencia de la pasión por Jesús: “Tuve hambre y me disteis de comer a Mí”.
En cristiano, el amor, la entrega, en definitiva, la misión, entra a formar parte de mí, me define, me identifica, pasa a ser mi forma de amar; es consecuencia inevitable de mi
seguimiento. Si esto es así, no importa que pasen los años; no dejamos de amar y de entregarnos. La misión es una consecuencia inevitable del seguimiento.
Todos tenemos una misión, y hemos de encontrar nuestra manera de vivirla. La misión es anunciar el Reino de Dios y contribuir a construirlo. Este es el segundo descubrimiento: El seguidor de Jesús ama, y sabe que ese amor es la llave del Reino de Dios.
Gracias por vuestra ayuda y que Dios os bendiga.

