Septiembre 2016. San Roque y San Cristóbal

San Roque y San Cristóbal. Capilla de San Miguel de la Catedral de Jaca

Renacimiento. Siglo XVI

Este mes de septiembre del Año Jubilar de la Misericordia queremos mostrar a San Roque y a San Cristóbal como ejemplos para los cristianos de santos que hicieron de la misericordia y la atención a los enfermos, pobres y peregrinos la misión de su vida.

Ambos aparecen representados en la portada de la monumental Capilla de San Miguel de la Catedral de Jaca mandada realizar en 1520 por el mercader Juan Lasala y Santa Fe, ciudadano de Jaca y consejero Real de Carlos V. Dicha capilla fue diseñada por el arquitecto y escultor florentino Giovanni Moreto que contó con la colaboración de los escultores Gil Morlanes “el mozo” y Juan de Salas.

San Cristóbal nace con el nombre de Reprobus en el siglo III d.C. siendo hijo de un rey cananeo.  De gran altura y porte, desde muy joven sirvió al emperador romano dedicándose a ayudar a viajeros y peregrinos a cruzar un río. Pero un día tuvo que transportar a un niño pequeño del que le sorprendió su elevado peso, y preguntándole a qué se debía, el niño confesó ser Jesús, explicando a San Cristóbal que portaba sobre su espalda los pecados del mundo. A partir de entonces, Reprobus fue bautizado con el nombre de Cristóforo o Cristóbal que significa el portador de Cristo y se dedicó a la predicación de la religión cristiana por Licia y Samos. El niño le prometió que el báculo que portaba en la mano florecería y se llenaría de frutos y así sucedió, y por ello se suele representar a San Cristóbal apoyado sobre un tronco florido.

En la capilla de de la Catedral, San Cristóbal aparece vestido con túnica corta y manto, portando sobre su hombro la Niño Jesús mientras sujeta con la mano restos de un bastón y se apoya en el tronco de un árbol. Se trata de un santo que en la Edad Media y el Renacimiento alcanzó una gran veneración pues era invocado frente a la muerte súbita sin confesión, ya que bastaba haber visto una representación suya para no morir ese día y verse libre de cualquier peligro. Con el paso del tiempo, cuando los viajeros comienzan a viajar en automóvil, San Cristóbal se convierte también en patrón de los conductores.

Por su parte, según la Leyenda Dorada, San Roque era un noble medieval de origen francés que tras la muerte de sus padres distribuyó su riqueza entre los pobres para peregrinar hasta Roma, donde se dedicaba a curar a los enfermos de peste que se iba encontrando por el camino, hasta que finalmente, él mismo se contagió de la enfermedad. Cuenta la tradición que estando enfermo, San Roque se trasladó al bosque para no infectar a nadie más, pero, milagrosamente, cada día recibía la visita de un perro que le alimentaba llevándole un panecillo robado de la mesa de su amo.

Por este motivo, en la portada de la capilla de San Miguel podemos observar la tradicional iconografía del santo representado con indumentaria de peregrino, sombrero con la concha jacobea, zurrón colgado y llaves cruzadas marcadas en la esclavina, que lo identifican como romero a la ciudad eterna. Con la mano derecha se levanta la túnica para descubrir la úlcera del muslo producida por la peste y a sus pies se representa un perro con un pan en los colmillos.

 

 

 

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