Comentario al evangelio, Sagrada Familia, ciclo C

Nuestra doble familia


Unos padres piadosos.

Escuchamos en este texto las primeras palabras que Jesús pronuncia en el evangelio de Lucas. Y si somos más precisos, podemos decir que son las únicas palabras que los evangelios nos han transmitido de Jesús en la edad de la adolescencia (12 años) pues esta escena no nos la cuenta ningún otro evangelista. Por
este relato sabemos que José y María eran unos judíos muy piadosos, pues bajaban cada año a Jerusalén por la fiesta de la Pascua, a rezar en el Templo y agradecer las bendiciones de Dios. Al emprender el viaje de regreso pronto se dan cuenta de que falta Jesús y regresan a Jerusalén.

Unos padres que también sufren.


La angustia para los padres debió ser mayúscula, porque deambularon varios días por Jerusalén sin encontrarlo. Esa angustia se transformó en asombro cuando, por fin, lo encontraron: en el Templo escuchando y preguntando a los maestros. Pocas veces nos encontramos en el evangelio tan
explicitados los sentimientos de los padres Jesús: “tu padre y yo te buscábamos angustiados”. A la
angustia se suma la desorientación: “¿por qué nos has tratado así?”. La respuesta de Jesús no parece
responder a los interrogantes de sus padres. Esta escena es, desde luego, difícil de interpretar. Aunque
también podemos aprender de ella. Aprender, en las cosas de Dios, a no querer saberlo y comprenderlo
todo. Aprender a no querer agotar el misterio de Dios e intentar racionalizarlo. María tampoco comprendió lo que acababa de pasar, pero se fió de Dios y guardó todo lo que acababa de ver en su corazón. Luego, años más tarde, seguro que María entendería a la perfección la escena que cuando Jesús era niño vivió en el Templo.

Nuestros padres y nuestro Padre.


Sabemos que Jesús nos ha mandado amar y honrar a nuestros prójimos, y entre ellos ocupan un lugar de
honor nuestros padres. Por eso quizás debamos explicar este evangelio con esta intención del evangelista: quiere presentarnos, desde el inicio, a ladoble familia de Jesús. A su verdadero padre que es Dios y a cuyo servicio Jesús pondrá toda su vida y a suspadres según la carne, María y José. Lucas nos dice que, después de esta escena, Jesús volvió a Nazaret y estuvo bajo la autoridad de sus padres. Allí fue creciendo hasta que empezó su ministerio público, la realización del plan de salvación que le había encomendado su Padre Dios. Podemos acabar hoy agradeciendo a Dios el regalo inmenso que nos ha hecho con nuestra familia en la tierra y con el privilegio de poder dirigirnos a él con el mismo cariño con el que un hijo se dirige a su padre.

Rubén Ruiz Silleras

We use cookies
Este portal web únicamente utiliza cookies propias con finalidad técnica, no recaba ni cede datos de carácter personal de los usuarios sin su conocimiento. Sin embargo, contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas este portal web que usted podrá decidir si acepta o no cuando acceda a ellos.