Coikentario evangélico. Domingo 5º pascua, ciclo B.

Permanecer en Jesús

      De nuevo Jesús utiliza las imágenes: la vid, los sarmientos, el buen fruto, el sarmiento que hay que arrancar porque no da fruto…sí, es un lenguaje simbólico. Pero todo él está lleno de un rico significado que nos descubre cuál debe ser la justa actitud del cristiano respecto de Jesús. Vamos a intentar desgranar este lenguaje de Jesús para poder aplicarlo a nuestras vidas:

      • El verbo clave. Lógicamente no hay un único verbo en nuestro texto, pero sólo hay uno que se repite siete veces: el verbo permanecer. Esta es la idea clave, primera y fundamental de nuestro relato. Hay que permanecer en Jesús. Así, se define y se entiende un cristiano porque permanece en Jesús. Esta unión es –debe ser- tan fuerte como la que tiene el sarmiento en relación a la vid. Pero no debemos pasar por alto que el texto dice que Jesús también permanece en nosotros. Es un movimiento en una doble dirección. Nosotros en Él, y el Señor en cada una de nuestras vidas. Por tanto nuestro “permanecer” en Cristo es la fidelidad a su persona, a su mensaje, que se debe reflejar en nuestra vida diaria. Por parte del Señor su “permanencia en nosotros”, es su voluntad permanente de estar a nuestro lado, de ser nuestro compañero de camino.

      • La finalidad: no se trata de un permanecer en Cristo sin más. Esta permanencia tiene una finalidad clara: dar fruto y fruto abundante. Los cristianos unidos fuertemente a la vid, debemos –necesariamente- dar buenos frutos. Él nos dio la vida, con nuestras sencillas y buenas obras, le devolvemos algo de lo mucho que Él nos hadado.

      • La advertencia: el Señor siempre habla claro. Por eso el cristiano que se define a sí mismo como tal pero que no permanece en Él… no sirve. Es como el sarmiento que ya no da fruto, hay que arrancarlo. El Señor con esta imagen nos explica que el cristiano tiene que estar unido a él en una relación de dependencia, de igual forma que el sarmiento depende de la vid.

     Así, permanecer en Jesús, para el cristiano no es una obligación impuesta, sino un acto de amor y fidelidad a Jesucristo libremente asumido. Un cristiano no puede estar sin Cristo. La vida plena que nos ha transmitido la fe en Jesucristo es un tesoro demasiado bonito para dejar que se muera por no cuidarlo.

     Por eso queremos permanecer unidos a Cristo, porque de él recibimos cada día la fuerza para seguir viviendo, soñando y luchando por dar frutos buenos de justicia y solidaridad que favorezcan a nuestros prójimos más necesitados.

Rubén Ruiz Silleras

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