Comentario evangélico. Domingo 4º Pascua, ciclo B

Por puro amor

La imagen del pastor bueno está elegida con mucho cariño por Jesús. El pueblo de Israel estaba cansado de haber sido dirigido y guiado por pastores malos que solo buscaban su propio interés y beneficio: los reyes impíos, los falsos profetas, los jueces y sacerdotes corruptos. Por eso Jesús hoy se define a sí mismo como el “Buen Pastor”. La figura del pastor formaba parte de las raíces históricas del pueblo judío que, desde sus inicios, fue un pueblo nómada. Sin tierra fija, obligados a buscar terrenos fértiles para poder subsistir, los pastores eran muy importantes para cuidar, proteger y guiar a sus rebaños. Así las cosas, para Israel, el ideal de bondad estaba representado por el pastor bueno que cuida de su rebaño.

Él es el Buen pastor porque solo el buen pastor está dispuesto a dar la vida por sus ovejas. Por dos veces nos repite el texto esta idea, la ofrenda de la propia vida es lo máximo que un hombre puede dar. Nosotros sabemos que Jesús no dice estas palabras en un tono poético,  Él cumplió lo que había dicho. Entregó su vida en la Cruz. Y lo hizo por sus ovejas, es decir, por todos nosotros. Sin embargo, no todos son buenos pastores. Hay otro tipo de personas encargadas de cuidar el rebaño, cuya actitud no es digna de imitar. Ante los peligros y dificultades salen corriendo. Aprecian más su vida que la vida de las ovejas. Ellos son los malos pastores. Posiblemente, detrás de este lenguaje simbólico Jesús está reprochando la mala actitud de algunas personas de su tiempo.

Dos notas más que caracterizan a este buen pastor. En primer lugar: conoce a todas sus ovejas. De nuevo las resonancias bíblicas: Dios nos conoce a cada uno personalmente. En segundo lugar: el buen Pastor es un pastor universal, no solo está destinado al pueblo judío, sino que Jesús afirma que sus ovejas están en otros rediles. Es decir, que todos los hombres, sin excepción, son destinatarios de su misión.

Acaba Jesús sus palabras en este Evangelio recuperando el hilo de la entrega de su vida. Estas palabras clarifican la ofrenda que ha hecho Jesús de su vida: ha sido libre y gratuita. Nadie ha obligado a Jesús a ir al suplicio de la cruz, nadie. Solamente por amor Jesús aceptó la muerte de cruz. Los buenos pastores llevaban en su regazo o en sus hombros al cordero pequeñito que aún no sabía andar. También lo hacían con las ovejas enfermas o con las que acababan de dar a luz. Lo hacían por amor a sus ovejas. También a cada uno de nosotros, el Señor nos lleva en su regazo. ¿Por qué carga con nosotros? Porque es el Buen Pastor, por puro amor.

Rubén Ruiz Silleras

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