Documento final del Sínodo (17-2-2019)

DOCUMENTO FINAL DEL SÍNODO

      Queridos hermanos en el Señor:

      Os deseo gracia y paz.        

      Se ha publicado el Documento Final de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”. Destaco algunos aspectos que nos ayuden en la reflexión y en la puesta en práctica:       

      1) Los jóvenes desean ser escuchados: “Los jóvenes están llamados continuamente a tomar decisiones que orientan su existencia; expresan el deseo de ser escuchados, reconocidos y acompañados. Muchos sienten que su voz no es considerada interesante ni útil en el contexto social y eclesial. En varios ámbitos se observa una escasa atención a su grito, en particular al de los más pobres y explotados, así como la carencia de adultos dispuestos a escuchar y capaces de hacerlo” (nº 7).      

      2) El encuentro con Jesús. Se observa una gran variedad en la relación de los jóvenes con la figura de Jesús: “Muchos lo reconocen como Salvador e Hijo de Dios y a menudo se sienten cercanos a él mediante María, su madre, y se comprometen en un camino de fe. Otros no tienen una relación personal con él, pero lo consideran como un hombre bueno y una referencia ética. Otros lo encuentran mediante una fuerte experiencia del Espíritu. Para otros, en cambio, es una figura del pasado privada de relevancia existencial o muy distante de la experiencia humana”.  “Para muchos jóvenes Dios, la religión y la Iglesia son palabras vacías, en cambio son sensibles a la figura de Jesús, cuando viene presentada de modo atractivo y eficaz. De muchas maneras también los jóvenes de hoy nos dicen: "Queremos ver a Jesús" (Jn 12,21), manifestando así la sana inquietud que caracteriza el corazón de todo ser humano (…)” (nº 50).      

       3) El atractivo de Jesús: “Muchos jóvenes se sienten atraídos por la figura de Jesús. Su vida les parece buena y bella, porque es pobre y sencilla, hecha de amistades sinceras y profundas, entregada por sus hermanos y hermanas con generosidad, nunca cerrada a nadie sino siempre disponible a donarse. La vida de Jesús sigue siendo hoy profundamente atractiva y fuente de inspiración; para todos los jóvenes es una provocación que interpela” (nº 81).      

       4) El perfil del acompañante: “El buen acompañante es una persona equilibrada, de fe y de oración, que escucha y que se ha confrontado con sus debilidades y fragilidades. Por eso sabe ser acogedora con los jóvenes a quienes acompaña, sin moralismos y sin falsas indulgencias. Cuando es necesario sabe ofrecer también una palabra de corrección fraterna” (nº 102).      

       5) Caminar con los jóvenes: “La pasión por buscar la verdad, el asombro ante la belleza del Señor, la capacidad de compartir y la alegría del anuncio, viven también hoy en el corazón de tantos jóvenes que son miembros vivos de la Iglesia. No se trata, pues, solo de hacer algo "por ellos", sino de vivir en comunión "con ellos", creciendo juntos en la comprensión del Evangelio y en la búsqueda de formas más auténticas para vivirlo y testimoniarlo. La participación responsable de los jóvenes en la vida de la Iglesia no es opcional, sino una exigencia de la vida bautismal y un elemento indispensable para la vida de toda comunidad” (nº 116).      

       6) La Iglesia, un hogar para los jóvenes: “Solo una pastoral capaz de renovarse a partir del cuidado de las relaciones y del vigor de la comunidad cristiana será importante y atractiva para los jóvenes. Así la Iglesia podrá presentarse ante ellos como un hogar acogedor, caracterizado por un ambiente familiar, hecho de confianza y seguridad. El anhelo de fraternidad, que emerge de la escucha sinodal de los jóvenes, pide que la Iglesia sea "madre para todos y casa para muchos" (Francisco, Evangelii gaudium, 288): la pastoral tiene el deber de realizar en la historia la maternidad universal de la Iglesia, mediante gestos concretos y proféticos de una acogida alegre y cotidiana, que hagan de ella un hogar para los jóvenes” (nº 138).  

       Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

+Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca.

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